Somerset Maughan, hablando de su madre, dice que era una persona
amable y encantadora, y que todo el mundo la quería. Su padre no era un
hombre bien parecido, y tenía pocos dones y gracias sociales. Alguien le dijo
una vez a ella: «Cuando todo el mundo está enamorado de ti, y cuando tú podrías
tener al que quisieras, ¿cómo puedes seguir siendo fiel a ese monigote feúcho
de marido que tienes?» Ella contestó sencillamente: «Él nunca hiere mis
sentimientos.» No se podría haber hecho mejor elogio.
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